Este examen supone mucha presión para la gran mayoría y, como sabemos, los nervios son capaces de jugarnos una mala pasada pues solemos fallar en los detalles más simples y fáciles que tan pacientemente y eficazmente nos han enseñado en las autoescuelas en Sevilla.
Una de las faltas más frecuentes son las relacionadas con la observación. Debemos estar con los cinco sentidos puestos en la carretera: mirar espejos retrovisores, visualizar todas las señales, pasos de peatones y ángulos muertos. Por supuesto, también debemos señalizar todos nuestros movimientos ya que es corriente olvidarse de los intermitentes.
El exceso de velocidad cuando nos aproximamos a glorietas e intersecciones también suponen un error muy común. Este exceso, en el que no se ha bajado de marcha, hace que no cedamos el paso adecuadamente.